12.2.06

[Juan Soriano (1920-2006)]

Conocí a Juan Soriano cuando cumplió 80 años, en 2000. En ese agosto, presentó en el Sanborn´s de los Azulejos su libro monumental "Los dibujos de Juan Soriano" que, si mal no recuerdo, publicó en España la editorial Ave del paraíso. Lo presentaron Monsiváis y Poniatowska. Acabado el acto, me acerqué a él, y le pidí la oportunidad de entrevistarlo pues, en aquélla época, andaba yo investigando profusamente para mi ensayo-biografía sobre Xavier Villaurrutia.

Me dio su teléfono para que le llamara y concertáramos una cita. Así lo hice y Marek Keller me dio cita para el 8 de septiembre. A la entrevista me acompañó Miguel Capistrán quien también quería preguntarle algunas cosas sobre los años en que departió con los Contemporáneos (tema en que Capistrán es experto). Fuimos pues, a su casa de la colonia Condesa. Nos recibió muy atento y nos concedió mucho tiempo platicando. Sin embargo, la verdad sea dicha, la entrevista fue un tremendo fiasco. Así me di cuenta cuando volví a escuchar la entrevista en la grabadora que me habían prestado: Juan no habló de otra cosa que no fuera el "fashismo", como él pronunciaba. Le preguntamos sobre las noches de aquelarre con Villaurrutia y Juan se iba por la tangente para despotricar contra Hitler, pues en esos años ya se sentía la fuerte presencia antisemita. Juan no era judío así que, aún hoy, sigo sin saber porque se dedicó a hablar contra el fascismo.

Así que intentamos una segunda vez. Volví a llamar y Marek me dio cita para otro día. Esta vez fui yo sólo porque Capistrán tenía otro compromiso ese día. Llegué a casa de Juan con un pastel, chocolates y el libro de memorias del doctor Nandino "Juntando mis pasos" que acababa de salir y que Juan no había leído, según alcanzo a decir en algún momento de nuestra anterior entrevista. Esta vez, claro, ya no despotricó contra Hitler y su política fascista. Sobre Villaurrutia me contó varias cosas, detalles, algunas no atrevió ningún comentario porque realmente no sabía sobre el tema. Cuando le volví a preguntar sobre las noche de fiesta con Villaurrutia, esta vez, Juan me contó que iban muy seguido al Tenampa en Garibaldi y allí se ponían hasta las chanclas aunque, agregó, en una ocasión, cuando se armaron los trancazos, Xavier le dio unos pesos para que tomara el primer taxi que pasara y se fuera a su casa, pues Xavier no podía soportar que un escuincle como Juan presenciara la tranquiza.

Antes de salir de su casa, me pidió que le llamara en alguna ocasión para conversar más sobre Xavier pues, me dijo, a pocos les interesaba como a mí un gran poeta como él y porque, además, Juan lo había querido mucho y quería transmitirme todo ese cariño para que yo lo plasmara en mi libro. Después, nos vimos algunas ocasiones y platicamos a veces largo y tendido otras casi de manera casual.

En nuestra pesquiza por más datos sobre Villaurrutia, Capistrán y yo fuimos a la fundación Cardoza y Aragón que muy atinadamente dirige mi muy querida Andrea Huerta. Queríamos entrar al achivo de Cardoza y Aragón para ver si se había carteado con Xavier y Andrea nos dio el índice de cartas pues, por fortuna, el archivo del guatemalteco estaba organizado. No encontramos nada de lo que buscábamos pero vimos una cosa curiosa: cuando la esposa de Cardoza y Aragón, Lya, murió Juan y Marek le hicieron llegar sus condolencias. En el índice de cartas decía algo así como "el señor Juan Soriano y su esposa la señora Marek Keller, le hacen llegar sus condolencias al señor Cardoza por la muerte de su esposa". Después, tan insolente e inoportuno como sólo yo soy, le conté a Juan esta chusca anécdota y él, con el gran sentido del humor que le caracterizaba, sólo atinó a reirse mucho. En otra ocasión, para dar más muestra de mi insolencia, le dije que la verdad me gustaban más sus esculturas que su pintura (que me parece tétrica) y él me dijo: "¡Qué bueno que me dices eso porque a mí también!"

En 2003, Capistrán me dijo que había declinado la invitación para abrir la Semana cultural lésbico gay del Museo del Chopo porque tenía varios compromisos más que atender. Sin embargo, como la Semana iba a estar dedicada a Villaurrutia por el centenario de su nacimiento, Capistrán le dijo a Pepe Covarrubias, el fiel organizador de la Semana, que yo podía ir en su lugar porque, además y por si fuera poco (y estas son palabras de Capistrán), yo era el inmejorable biógrafo de Villaurrutia (tirándole así a mi amigo Pedro Ángel Palou de quien Capistrán había leído "En la alcoba de un mundo" y no le había gustado). Así, Covarrubbias me contactó y me invitó a abrir la Semana con la mesa de homenaje a Villaurrutia en la que sólo estaríamos, según me dijo, Juan Soriano, él y yo. Y así fue. El día de la inauguración de la Semana, llegué con un breve texto de dos cuartillas que había escrito esa misma tarde. Cuando llegué al Chopo, éste estaba casi vacío y Juan y Marek estaban dando un paseo por la exposición. Fui a saludarles y Juan me preguntó sobre lo que iba a decir. "Tengo un texto muy corto Juan, ya lo escucharás".

Covarrubias me presentó con tanto halago que me sentí cucaracha (desde entonces evito estar en un podio). Leí mi texto y Juan me felicitó, me dijo que le habría gustado mucho a nuestro querido Xavier. Ahora le tocaba su turno a él. Pero Juan era impredescible y no quiso hablar nada sobre Xavier, dijo que todo ya lo había dicho yo. En cambio, despotricó, ahora, contra los gays que, como Xavier, vivían en el clóset y se fue hasta el movimiento de liberación gay que le parecía una estupidez. Cobarruvias me conminaba a que metiéramos a Juan al redil, pero era imposible, Juan quería hablar de lo que él quería no de lo que nosotros queríamos que hablara. Una vez más, al terminar, Juan me invitó a llamarle para platicar. "Habla y queda con Marek para que pases por la casa", me dijo. La verdad es que nunca más lo hice, por decidia, por tener varios otros compromisos y, principalmente, porque nunca sabía atinar cuando se iban a pasar la temporada correspondiente en su casa de París y cuando estaban en México.

Ahora, al día siguiente de mi cumpleaños, me enteré que Juan había sido hospitalizado, esperé que se recuperara pronto y, entonces sí, pagar mi deuda e ir a platicar con él. Por desgracia no fue así. Me resigné a su pronta desaparición cuando leí que Marek había declarado al periódico Milenio que si Juan no se recuperaba lo mejor sería que ya se lo llevaran a su casa. No les dio tiempo y Juan murió este viernes 10 de febrero a las 5:10 de la mañana.

1 comentario:

M dijo...

Tristeza.
Muere una parte de todos nosotros.
Le sobreviven su esposa, sus amigos y su obra.